Quién es Roberto Follari?
Docente
e investigador. Profesor titular de la cátedra Epistemología de las
Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
UNCuyo, Mendoza. Recientemente ha publicado su libro “La alternativa
neopopulista” a través de Homosapiens Editores.
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Focalizándonos en el tema de la democracia: ¿por qué afirmas que la democracia neopopulista es más democrática que la democracia liberal?
En
nuestros países, la democracia liberal es la forma política del
neoliberalismo salvaje y del capitalismo más concentrado, de modo que le
sirve de tapadera ideológica. Digamos que así llaman democracia al
gobierno de los ricos, de las multinacionales, al gobierno de los
poderes fácticos, que ha llevado a desastres a los sistemas políticos y
de esas catástrofes han surgido los gobiernos neopopulistas. Todos estos
gobiernos han surgido de la crisis total del sistema político: como fue
el “Caracazo” en Venezuela, como fue “el 2001”
en Argentina, la “Guerra del Agua” en Bolivia, la caída de Mahuad con
la rebelión indígena en Ecuador. En realidad, el liberalismo ha
fracasado porque ha sido la cara política de la esclavitud institucional
hacia el sistema económico, las multinacionales y la concentración
económica. En cambio el neopopulismo implica redistribución, atención a
los de abajo, protagonismo de los que están excluidos del sistema
económico capitalista puro. Sin dudas que incluye a muchos más sectores
de los que incluye la llamada “democracia republicana”.
En los países con gobiernos neopopulistas, ¿cuál es el rol que están jugando los medios masivos de comunicación concentrados?
Son
la oposición en estado puro. Ocupan un lugar que no les corresponde
para lo cual nadie los eligió. Están fuera de la vigilancia social
porque no tienen un mandato, por lo tanto no son “periódicos” y, por
ende, están fuera de la vigilancia pública dado que aparecen como
privados. En realidad, operan como base de la oposición política de una
manera muy burda, muy abierta, muy grosera, en todos los países por
igual: en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia y en Argentina.
Creo
que se hace imprescindible que haya “leyes de medios” severas en todos
estos países, que obliguen a que si alguien monopoliza la palabra
pública tenga que dejar de hacerlo porque hay un derecho social a la
comunicación, a la información plural y veraz; cosas que son totalmente
transgredidas y completamente incumplidas por los medios opositores a
estos regímenes neopopulistas.