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CIUDAD DE MENDOZA

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martes, 23 de marzo de 2010

LO ENSENCIAL ES INVISIBLE A LA PRENSA INTERESADA Y GOLPISTA, PERO HAY OTROS OJOS QUE MIRAN.

Algo interesante de copiar y pegar es que encontramos notas en los diarios (increíblemente algunos "no oficialistas") que vale la pena reproducir en nuestros blogs.

Aquí va una nota publicada en el diario "El Sol" de Mendoza.

 

Lo esencial, invisible a los ojos (por Adriana Alonso)

http://elsolonline.com/noticias/view/lo-esencial--invisible-a-los-ojos--por-adriana-alonso-  

La mayoría de los medios de comunicación, especialmente la televisión, fue la escena a través de la cual los opositores derramaron sus promesas de cambio de formas. La elección de la escena no fue casual.
Adriana Alonso, licenciada en RRPP
Esquina superior izquierda Esquina superior derecha
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Desde hace meses, la oposición (o el rejunte opositor) al Gobierno nacional viene prometiendo un “cambio de época”, “un antes y un después” que estaría marcado por el recambio legislativo. A partir de ese momento asistiríamos al fin del avasallamiento de las instituciones, de la incapacidad de diálogo, de la “escribanía” en la que los Kirchner habían convertido al Congreso. Todo un “grito republicano y federal”. El conglomerado opositor vendría a devolvernos “el reino de las formas” que, según él, deberían guardarse en democracia, en contraposición con la “dictadura” o el “gobierno de facto”, como muchos han denominado (sin tener en cuenta el voto popular) a la gestión Kirchner.

La mayoría de los medios de comunicación, especialmente la televisión, fue la escena a través de la cual los opositores derramaron sus promesas de cambio de formas. La elección de la escena no fue casual. La televisión es el lugar perfecto para desplegar aptitudes actorales, hacer grandes alocuciones sin contenido y debatir de forma superficial, envueltos en la inmediatez y la necesidad de espectacularidad características del medio. El “reino de las formas” se puso al servicio del arco opositor que, justamente, centró su discurso en la manera de ejercer el poder de Cristina, su marido y sus “secuaces”.

La corporación mediática, herida por diversas medidas de esta gestión (reestatización de las AFJP, Fútbol para Todos y Ley de Medios, entre otras), se plegó automáticamente al discurso opositor (¿o fue al revés?), prestando horas y páginas en la enorme cantidad de medios que posee para horadar al Ejecutivo hasta con inverosímiles cuestiones.

Siempre basándose en el rubro de las formas, nos hablaron de las bravuconadas de Guillermo Moreno, de sus insultos, de sus faltas de respeto, omitiendo puntillosamente la cuestión de fondo, que es que el secretario de Comercio Interior es uno de los encargados, aunque muchas veces infructuosamente, de cuidarnos el bolsillo. Y todavía más absurdo resulta que nos “vendan” como noticia que Cristina llegue tarde a una foto, que lleve equis cantidad de cambios de atuendo a sus viajes o que se haya inyectado bótox medio millón de veces. De este tipo de caracterizaciones superficiales fue víctima también Kirchner.

La cuestión es que el ciudadano común es mucho más factible de ser manipulado con estas cuestiones que exponiendo programas, ideas o proyectos de país. Y la oposición se ha plegado a esta mediocridad intelectual mediática (¿o fue al revés?) y ha hecho de las formas el eje de su discurso.

10 DE DICIEMBRE. El tan ansiado día llegó y, como era de esperar, el globo se pinchó. Desde el recambio legislativo venimos asistiendo a una réplica casi exacta, de parte de la oposición, de aquellas mismas características que se le endilgan al kirchnerismo. Uno de los ápices de la réplica tuvo lugar hace pocos días, cuando a pedido de la Comisión de Acuerdos del Senado, la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, asistió a una reunión para defender su pliego. El radical Gerardo Morales –en nombre de la oposición– no quiso formularle preguntas aunque, una vez que ella estuvo fuera del recinto, la acusó de “soberbia” y de haber cometido varios delitos penales. Todo un hombre.

A la vez, asistimos a la absoluta “crispación” (nuevo adjetivo de época elegido por la oposición y los medios para referirse al “clima” instaurado por el kirchnerismo) de las figuras más visibles del arco opositor como la diputadapitonisa Elisa Carrió o el ya nombrado Morales, así como también de los medios y sus encumbrados periodistas independientes, ante la incapacidad opositora de realizar prácticamente ninguna de las cuestiones que había prometido.

En lugar de la mentada panacea del diálogo y del consenso (como si el conflicto no fuera inherente al ser humano y a todas sus relaciones, como si el conflicto no fuera lo que nos moviliza y nos desafía a superarnos), vimos cómo la oposición “fue por todo” en el Senado, quedándose con la mayoría y la presidencia de todas las comisiones sin respetar la proporcionalidad (el Frente para la Victoria es la primera minoría en el Senado), no baja al recinto para dar quórum cuando prevé que la votación le será adversa, le “paga” a Menem con un lugar en varias comisiones para asegurarse su voto a favor o comete una ilegalidad al rearmar a su antojo la composición de la Comisión Bicameral de los DNU.

LOS K SUBENENLAS ENCUESTAS. En las últimas semanas, varias encuestas confirman subas en imagen e intención de voto tanto de Cristina como de Néstor Kirchner. ¿Es esto realmente una “sorpresa” como consignó La Nación? En lo absoluto. La gente, al poder corroborar (o recordar) que la gran mayoría de los políticos comparte cierta base (todos hacen uso del quórum, retaceándolo o aprobando sus iniciativas por ser mayoría, el autoritarismo, el verticalismo, recurrir a los DNU y a los vetos, entre otros ejemplos), empieza a comparar desde esa base para arriba. El ciudadano puede ahora ver claramente que si todas esas actitudes reprobables eran factibles de endilgársele al oficialismo, pues entonces también son factibles de endilgársele, y hasta con creces, a la oposición. Con lo cual pasamos, inevitablemente, a otro nivel: el “reino de los contenidos”. Si todos comparten esa base negativa, vamos más allá: al fondo, a lo esencial.

Y lo esencial es que este Gobierno y el anterior son los mejores que hemos tenido desde la vuelta de la democracia y para atrás, quizás, también. Lo esencial es que nunca en la historia, Argentina tuvo semejantes índices de crecimiento, nunca se tomaron medidas sociales tan abarcativas y profundas, nunca se fue tan soberano en materia económica. Desde el 2003 hasta acá bajaron el desempleo, la pobreza y la indigencia; se desarrolló un fuerte mercado interno; la balanza comercial arroja año a año superávit récord; aumentaron de manera espectacular las exportaciones y la producción nacional; volvieron las paritarias; se sorteó una crisis internacional casi sin precedentes, como ningún país pudo hacerlo; pudimos deshacernos del FMI y sus recetas nefastas; se apostó a una integración regional con excelentes beneficios; se realizó una quita de 65% de nuestra deuda y hubo una fuerte política de desendeudamiento, entre una larga lista de ítems.

Todo ello contrasta a las claras con las políticas llevadas adelante por gobiernos anteriores, a los cuales perteneció la gran mayoría de quienes hoy se presentan como los grandes refundadores de la república, los garantes de la institucionalidad. Parecen olvidar que cuando fueron gobierno nos endeudaron sistemáticamente; siguieron las recetas del FMI; recortaron jubilaciones y sueldos estatales; hicieron del ajuste su lema; promovieron y promulgaron la flexibilización laboral; desmantelaron el Estado, despojándonos de todo instrumento regulador del mercado (ese mismo que implosionó mundialmente en el 2008); declararon el default; privatizaron todo lo que estuvo a su alcance en beneficio de unos pocos y otra larga lista de ítems. Todo lo cual llevó a que en el 2001 la gran mayoría de los argentinos sintiéramos que nuestra única salida era Ezeiza, mientras los muertos se multiplicaban por la tremenda represión a la más que justa protesta social.

Por todo esto, uno podría arriesgar que la suba en las encuestas de Néstor Kirchner, por ejemplo, no se debe al “efecto carótida” tal como lo intenta explicar Perfil (lo cual también sería superficial), sino por las medidas tomadas primero por su gobierno y luego por el de su esposa, que devinieron en ya casi 8 años de crecimiento espectacular, como describe el genial economista Aldo Ferrer.

LO ESENCIAL. La “oposición automática” hizo de las formas sus banderas y del “no por el no” su práctica legislativa. Jamás tuvo una propuesta clara de modelo de país. Como mucho, esbozó un “lo que hay que hacer es”, sin explicar nunca cómo. Del otro lado, el Ejecutivo sigue gobernando y hay hechos concretos que nos muestran, más allá de que la presidenta con su extraordinaria capacidad nos lo describe y explica toda vez que está a su alcance, qué modelo de país propone y cómo se llega a él. La suba en las encuestas debería convertirse en un llamado de atención para los opositores. Deberían replantearse su discurso en torno a las formas, ya que en la práctica queda demostrado que todos, o casi todos, las comparten. Y nosotros, los “ciudadanos de a pie”, deberíamos de aquí en más y para siempre tener presente que basarnos en el “reino de las formas” no nos permite ver los contenidos. Y que lo esencial, al fin y al cabo, es invisible a los ojos.
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